Ríanse ustedes de los pringados de Gürtel, de los Pujol, del Castor, de los miserables del Popular y del Santander o del Rey Emérito. Hoy hablaremos de los que saquean las arcas del Estado, y también de las comunidades autónomas y ayuntamientos, ¡a lo grande!.
Verán, cuando un coche sale de la línea de producción de SEAT en Martorell, pero también de Almussafes que es la fábrica de la Ford o Vigo de la PSA, lo que la marca ha recibido en subvenciones y facilidades vale más que el precio de fabricación del coche. Es así, nos saldría más a cuenta mantener a esos trabajadores, que tener la máquina de hacer coches funcionando.
Todo así, la voracidad del capitalismo hace que estos quieran más y más. Hoy en día fabricar un coche es más barato que nunca. Comparten los grandes fabricantes, marcas y modelos; comparten plataforma modular, comparten motor, comparten caja de cambio, sistemas de freno e incluso ruedas. Y además, comparten los sistemas informáticos, chips y centralitas que son fabricados por los mismos proveedores. Según Dacia, eso supone un ahorro de costes de más del 40 por ciento.
Pero ahora que parece que se van a vender menos coches, su voracidad no tiene límites e intentan convencernos de que los coches tienen que ser más caros porque llevan mucha “investigación”, mucha “ecología” y mucha “informática”, porque ahora hay muchos requerimientos de “seguridad” y para ello piden planes para el sector para aún ganar más dinero, porque si no, se van a un país del tercer mundo. No vi más susto en un “experto” de las grandes compañías automotrices que cuando en pleno Parlamento Europeo se le preguntó por qué los coches no podían llevar un limitador de velocidad de serie a 120.
Y no digan que no es hasta cómico vendernos que los motores eléctricos, más antiguos y simples que los de los combustibles fósiles, deben ser más caros.
Igual nos pasa con las farmacéuticas, y sobre todo con las que han elaborado las vacunas para el COVID-19. La “pasta” para su investigación y desarrollo (lo más caro) la hemos puesto entre todos, no nos engañemos. ¡Y por adelantado!. Todo así, no contentos con eso, han firmado con la UE contratos draconianos que se les reconoce la propiedad de las patentes, las de la vacuna del COVID-19, pero también de todas las conexas que pudieran salir de lo investigado y que (asómbrense) en caso de que produjeran daños, los responsables de indemnizar serían los estados, no ellas, las farmacéuticas.
Uno que es jurista, se queda asombrado de la capacidad de saltarse a la torera las propias reglas y normas de la Unión y también de los Estados (consumo, responsabilidad del fabricante). Vemos contratos con cláusulas tapadas y beneficios billonarios para los próximos cien años.
Pero no solo eso, las vacunas se pagan por adelantado y si hay retraso en la entrega, no pasa nada, y el precio, va subiendo contrato a contrato. Pfizer costó en el primer contrato 12 euros por dosis, luego, 15,50. La Comisión firma ahora contratos por 19,50 por dosis, que evidentemente pagaremos nosotros. Y ahora Pfizer dice que una tercera dosis es necesaria para una plena inmunización.
Solo hay que ver los 24.000.000 de euros que gastó “oficialmente” en 2020 en Bruselas el lobby de las farmacéuticas, y otro tanto el de las petroleras y fabricantes de coches.
Europa aún tiene más oscuros que claros.