Miren Europa no es una hermanita de la caridad,
su corazón es el de una gran potencia, y como gran potencia lo que quiere es dominar el mundo.
Y ¿cómo lo hace?, lo hace a través del efecto Bruselas.
El efecto Bruselas son las normas y procedimientos que han de cumplir las empresas para acceder al mercado europeo.
Pero no pensemos inocentemente que la Unión establece sus normas, las Directivas y reglamentos para ser justos y benéficos.
Estamos delante de una estrategia al más alto nivel, y que busca un resultado.
Esas Directivas y Reglamentos son normas que previamente han sido elaboradas con la participación de los lobbies, que es un sistema regulatorio en el que intervienen las instituciones y las empresas, un sistema conocido y reconocido por todos.
Se consolida así, un equilibrio entre negocio, transparencia, reutilización y acceso a los mercados de recursos que todos aceptan instituciones, estados y empresas.
Las empresas a su vez, para evitar costes innecesarios y beneficiarse de las economías de escala imponen estas reglas, las europeas, a sus filiales en todo el mundo, convirtiendo a la UE en una potencia hegemónica regulatoria.
El efecto Bruselas por su puesto tiene muchas limitaciones, no afecta a todas las empresas por igual y en algunos sectores como el financiero internacional o en aquellos donde se puedan mantener distintos estándares su efecto es limitado; pero en otros, como el sector alimentario, el tecnológico, la salud o el aeronáutico, sus repercusiones son más que notables.
Mucha gente no lo sabe, pero la UE está teniendo una influencia gigantesca en el día a día de muchos ciudadanos en de mundo. Y es preciso decirlo, en muchos casos para bien.
Hay muchas industrias afectadas por el efecto Bruselas, no solo es la economía digital también sucede con las leyes medioambientales, la seguridad alimentaria o la protección al consumidor.
EL efecto llega a la totalidad de los países que quieran acceder con sus productos al mercado europeo, es decir, todos. Incluso hasta las empresas estadounidenses más poderosas acaban sucumbiendo al efecto Bruselas.
Europa no tiene ni una sola empresa de búsqueda comparada a Google, ni una red social como Facebook o Twitter y sin embargo es la UE la que regula principalmente en todo el mundo el sector.
Por tres veces, el TJEU se ha cargado el tratado de la UE con Estados Unidos ¿por qué?, porque los datos de los europeos allí no eran seguros. Su efecto es que EE. UU. ha empezado la regularización de la privacidad y sus empresas van delante en su autorregulación, esa influencia se ha producido empresa por empresa, industria por industria, sector por sector.
Las compañías en todo el mundo se han ido transformando conforme a las leyes europeas para poder participar del mercado único, además mantener el efecto Bruselas dando la imagen de que es algo burocrático, aburrido y tecnocrático ha beneficiado a la UE quitándole la faceta política.
La conclusión de lo anterior es que la Unión (puertas para dentro) no puede permitirse tener estados indisciplinados que impidan el acceso a la información, ni tampoco tener a su ciudadanía en contra suya.
Y para mantener este efecto Bruselas no hay nada tan efectivo como usar la justificación de los derechos humanos como herramienta para abrir mercados y mantener barreras.
Herramientas como la decisión (PESC) 2020/1999 del Consejo de 7 de diciembre de este año, relativa a medidas restrictivas contra violaciones y abusos graves de los derechos humanos. Esta herramienta junto con otras son empleadas indiscriminadamente contra países del tercer mundo susceptibles de que sus recursos sean aprovechables por las empresas vinculadas a la UE.
En fin, la Unión Europea es así.